Adiós a la séptima edición del ciclo ‘Arquitectura de Cine’ con la vista puesta en los 654 espectadores que este año nos han acompañado en la sala de la Filmoteca de Navarra. En dos ocasiones (las dos últimas sesiones) nos hemos visto obligados a colgar el cartel de «no hay entradas» y tener que lamentar que se quedara público sin poder acceder a la proyección. Gracias a todos ellos y también a nuestros colaboradores (arquitectos, ingenieros, historiadores, periodistas…) por el afán demostrado en todo momento.
La última sesión del ciclo tuvo como protagonista indiscutible la figura y obra de un arquitecto excepcional: Rafael Guastavino Moreno. Ante una sala abarrotada de público en la Filmoteca de Navarra, que de nuevo colgó, quince minutos antes del comienzo de la sesión, el cartel de ‘no hay entradas’, los asistentes a la sesión disfrutaron primero y aplaudieron después largamente la proyección de «El arquitecto de Nueva York».
Eva Vizcarra estuvo en Pamplona por nuestra delegación, organizadora del ciclo, para presentar su documental tanto en la dirección como en la producción, participando en un magnífico diálogo entablado con nuestro colegiado Jesús Leache, quien se encargó de glosar la figura profesional y artística de Gustavino y mostrar incluso con ladrillos llevados a la sala el origen de la genialidad y reconocimiento mundial de este arquitecto valenciano del pasado siglo.
«Me topé con un personaje excepcional, me pudo la emoción y la necesidad de mostrar por primera vez a través de una cámara la figura de un hombre sin reconocimiento alguno, ni siquiera en su ciudad de origen, Valencia», nos decía Vizcarra.
En efecto, el documental que vimos en Pamplona, que hasta la fecha no ha pasado de un preestreno en Valencia y un pase fragmentado en TVE, abre los ojos ante la relevancia de quien fue «el primer arquitecto español con proyección internacional», capaz de diseminar su obra en Estados Unidos, Canadá y Cuba.
Y lo hizo a través de cerca mil edificios de reconocimiento mundial por sus bóvedas tabicadas, un novedoso elemento arquitectónico que trasladó del Mediterráneo al otro lado del océano para mayor fama y gloria del arquitecto y su hijo, Rafael Guastavino Jr.