‘En el Día de la Arquitectura’, por Mariano González Presencio, presidente de los arquitectos navarros

El pasado día 5 de octubre celebramos el Día Mundial de la Arquitectura. Este es el artículo de opinión que los medios de comunicación locales recogieron con tal motivo:

«Hoy, primer lunes de octubre, se celebra el Día Mundial de la Arquitectura. Como todos los años, la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), que representa a 1,3 millones de arquitectos de todo el mundo, ha propuesto un tema para la reflexión en esta jornada. Para 2015 el tema es ‘Arquitectura, Construcción, Clima’.

Del 30 de noviembre al 11 de diciembre Francia va a acoger y presidir la vigésimo primera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015 (COP21/CMP11), también llamada «París 2015». La UIA es consciente de la relevancia de los acuerdos que se puedan alcanzar en esta conferencia; que, como se pretende, con la firma de un tratado sobre el clima es algo que debe de verse no solo como deseable, sino como absolutamente inaplazable.

Por ello, la UIA, junto con organizaciones nacionales y regionales de todo el mundo, quiere aprovechar la celebración del evento de hoy para brindar el apoyo de los arquitectos a la consecución del necesario acuerdo en París, poniendo de relieve el papel determinante de la arquitectura, el diseño y el urbanismo en la reducción de las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero.

Para escenificar este apoyo, la UIA invita a sus miembros a movilizarse hoy para promover acciones, prácticas y soluciones que ilustren el enorme potencial de la arquitectura y el urbanismo frente al cambio climático global. Durante la celebración de COP 21 y mediante una serie de eventos dedicados a la arquitectura responsable, la UIA pondrá de manifiesto las aportaciones de los arquitectos más importantes del mundo.

Bien está este llamamiento por parte de la UIA a tomar conciencia de la importancia de la reunión de París y bien está que se reclame el apoyo de todos los arquitectos, pero no creo que sea tan necesario, por su evidencia, insistir sobre la responsabilidad que arquitectos y urbanistas tienen contraída con la reducción del efecto invernadero y, desde luego, no creo en la eficacia de acciones aisladas aunque provengan de los mejores arquitectos. Tampoco considero que el camino hacia una arquitectura responsable pase por el recurso -una vez más- a la brillantez del star-system de la arquitectura, puesto -en buena parte- bajo sospecha en la última crisis. Se hace necesario generar un nuevo discurso que afecte al conjunto de la producción arquitectónica, un discurso compartido con el resto de la sociedad y que nos reconcilie con un público que en estos últimos tiempos nos ha visto –y no siempre sin razón- como reos de narcisismo y culpables de cierto autismo respecto de sus necesidades reales.

No digo yo que no haya, aquí y en todo el mundo, profesionales comprometidos con la responsabilidad que se nos reclama. Esas acusaciones contienen un alto grado de injusticia para con la mayoría de los arquitectos; pero hay que trabajar por universalizar ese compromiso y por extenderlo más allá de la lucha contra el efecto invernadero. Una arquitectura realmente responsable debe de atender también al confort de sus usuarios; también, por supuesto, al ahorro energético y a la sostenibilidad (lema de la UIA para el año pasado) y a la adecuación entre medios y fines; también debe de ser responsable con la ciudad (la antigua y la moderna) y con el territorio, y asumir el cometido cultural que le compete. Pero es que, además, y si se me permite el juego de palabras, debe de hacer un uso responsable de la propia arquitectura. Después de unos años penando por los excesos perpetrados en la primera década de este siglo, ha llegado el momento de la contención, de intentar resolver los problemas con el mínimo de arquitectura posible y con el máximo de sentido común, y de demostrar a la sociedad que no somos prescindibles y sí necesarios para preservar y potenciar la calidad del entorno en el que se desenvuelve su vida.

Este programa exige trabajo por parte de los arquitectos. Resulta más difícil dar una respuesta sencilla a un problema complejo que hacer que la solución sea igualmente compleja, pero también necesita el reconocimiento de esa sociedad –y sus distintos estamentos- a la que va dedicado el esfuerzo. Es nuestro deber recuperar la estima social y lo haremos ejerciendo nuestro trabajo con plena responsabilidad y con voluntad de servicio, pero también la sociedad ha de aprender a valorar -en todos los sentidos- la arquitectura realizada con calidad, oficio y dedicación.

La celebración de este Día Mundial de la Arquitectura cobra su sentido más preciso en esta misión de ilustrar sobre el verdadero trabajo y la vocación de los arquitectos y, por encima de estos, sobre la relevancia histórica y social de la arquitectura, que no depende solo de los arquitectos que la proyectan, sino también de la sociedad que la alberga.»

Mariano González Presencio, Presidente de la delegación navarra del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro (COAVN)

 

 

 

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